martes, 18 de diciembre de 2012

Qué chido Murciélago



Las presentaciones de la Sinfónica de Yucatán a las que he ido me han parecido emotivas, interesantes, atractivas, simpáticas, electrizantes (el caso del concierto con Eugenio Toussaint como invitado, unas semanas antes de su muerte) y una que otra cansada. No recuerdo haber pensado en alguna como “divertida”… hasta este domingo 15, cuando la orquesta interpretó “El Murciélago” en el segundo concierto de su último programa de la XVIII Temporada, en el Teatro Peón Contreras.

A la soprano yucateca Claudia Rodríguez ya la había visto sufrir como Micaela en “Carmen” en 2010 y escuchado en “El Mesías” en el cierre de la XII Temporada, en 2009. La admiraba por su voz, por su capacidad para conmover con ella y para alcanzar notas que a quienes desafinamos incluso antes de abrir la boca se nos antojan imposibles. Pero desde el domingo a Claudia la admiro también por su soltura en el escenario y sus aptitudes para hacer reír como Adela, la sirvienta de Rosalinda; ella es de hecho la principal razón por la cual disfruté tanto la interpretación en versión concierto de la opereta de Strauss:  transpira confianza, seguridad en su actuación; le da expresiones cómicas a su rostro y otros matices en momentos en los que incluso no está cantando, y, gran revelación, tiene buen ritmo para bailar, como lo demostró en una de las partes instrumentales del segundo acto.

Hay que darle también crédito al director de escena, Horacio Almada, quien encontró la manera de hacer atractiva la función a pesar de las limitaciones que le imponían el formato y el espacio: los cantantes incorporaron a su vestuario alguno que otro elemento para dar idea del personaje que estaban interpretando, se colocaron unos pocos muebles para ayudar a situar las acciones y hubo diálogos tropicalizados (por ahí se escucha un “hacer pipí”) y salidas y entradas a escena, sin dejar de poner en claro que no se trataba de una representación en forma, pues no se intentó disfrazar las partituras con las que salían a cantar los artistas.

Además de Claudia, en el elenco hubo antiguos conocidos de los conciertos de la OSY, como Irasema Terrazas (Rosalinda), Josué Cerón (doctor Falke), Sergio Meneses (el director de la prisión) y el yucateco Miguel Ángel Mena (el abogado Blind), y también otros nuevos, como Armando Gama (Von Eisenstein) y el austro-yucateco León de Castillo (Alfredo), una agradable voz de tenor.

Creo que después de todo fue algo positivo que ya estuviera vendido el asiento que deseaba en la penúltima fila del lunetario, porque al tener que ocupar uno en la primera hubo la oportunidad de ver muy de cerca las expresiones de los artistas, la hierba de olor que le dio sazón al programa.

Antonio Gama, Irasema Terrazas, Claudia Rodríguez,
Sergio Meneses y Linda Saldaña.

Horacio Almada, director de escena.

Antonio Gama, Juan Carlos Lomónaco, Irasema Terrazas,
Claudia Rodríguez, Horacio Almada y Sergio Meneses.

Miguel Ángel Mena, León de Castillo y Josué Cerón.

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