martes, 16 de septiembre de 2014

A comer

Guillaume Gallienne y... Guillaume Gallienne como su madre
y él mismo en "¡Chicos y Guillermo, a comer!"
Cuando terminó la proyección, me sorprendí de lo mucho que me reí y emocioné con la historia. Porque antes de entrar a ver “¡Chicos y Guillermo, a comer!” pensaba que la comedia, ganadora este año del César a la mejor película de Francia, tal vez tuviera un humor tan extranjero como su producción, que unas cuantas situaciones me darían risa y que tendría que esforzarme por identificarme con una manera de ver la vida muy diferente de la que hay en México.

Pero no fue así.

El filme, escrito, dirigido y protagonizado (en dos papeles) por Guillaume Gallienne, está hecho a partir de emociones muy básicas y universales, aun cuando están enmarcadas en un país, una sociedad, una cultura y un idioma ajenos a los nuestros: el amor a la familia, el temor a defraudarla en la toma de nuestras decisiones, el miedo al fracaso, la brecha entre cómo nos perciben y cómo somos. Y el humor con que Gallienne las expone es también global, pues echa mano de la confusión, el absurdo, el choque de contrarios, un poquitín de comedia física y apenas una pizca de escatología (la sesión en el spa en que lo atiende Ingeborg, una inesperada Diane Kruger).

Pero lo que hace tan efectiva a la cinta es que no es una fiesta de chistes sin más intención que provocar risa, sino que el humor es el medio que nos desmenuza, para que podamos digerirlo casi sin sentirlo, el drama del protagonista, que vive en conflicto desde la infancia porque su contexto le ha dicho que es alguien que en realidad no es (todos a su alrededor, y en algún tiempo también él, están convencidos de que es una “niña”) y ha llegado a la edad adulta inmaduro, miedoso, resentido y con una autoestima en nivel cero. Por esa razón entre los momentos humorísticos se colocan otros de seriedad y ternura en los que Guillaume se confronta y va tomando el control de su vida.

Ésta pudo resultar fácilmente una película de lugares comunes sensibleros, pero la historia de Gallienne impide que el espectador anticipe escenas o el final.


“¡Chicos y Guillermo, a comer!” se proyectó en Mérida con motivo del Tour de Cine Francés que promueven la Embajada de Francia en México y la Alianza Francesa en colaboración con Cinépolis y Conaculta, entre otras instituciones.

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