martes, 24 de junio de 2014

Quince años del Ballet de la Ciudad de Mérida

El elenco de "El lago de los cisnes" en la función del
sábado 7, en el Teatro José Peón Contreras
La distancia de la Península respecto a la capital del país ha dificultado que en nuestra ciudad haya presentaciones frecuentes (empecemos por mensuales) de espectáculos de ballet. Incluso ahora, cuando, gracias al aumento de la población por la migración y a la construcción de espacios con más capacidad de público, Mérida ya es considerada en la gira de artistas que antes se limitaban a actuar en plazas del centro de la República, pueden pasar meses antes de que entre a la cartelera local la función de una compañía de danza clásica visitante (que no siempre es sinónimo de calidad). Así que hay que agradecer el trabajo que hacen bailarines yucatecos por atender el hambre de esta disciplina en la capital yucateca. Es el caso del Ballet de la Ciudad de Mérida, que el sábado 7 y domingo 8 de junio conmemoró sus quince años con funciones de “El lago de los cisnes” en el Teatro Peón Contreras.

Su directora, Érika Argüelles, fue la intérprete del doble papel principal Odette/Odile la noche del sábado 7, como suele serlo de los programas de la agrupación. Y se entiende esa elección,  porque Érika es la bailarina con más experiencia y solvencia técnica de las que esa noche tomaron el escenario. Esto fue especialmente evidente en el pas de deux de Odile y Sigfrido, en el que la actuación de Érika con Yojan Herrera se vio fluida, ágil, atractiva, lo que habla del buen trabajo de equipo que se ha alcanzado entre la bailarina yucateca y el cubano. Sin embargo, es mi opinión que a la serie de fouettés en la coda de este dueto le hizo falta velocidad para resultar lucida y que la interpretación de Odette en la primera parte (en la que se resumieron los dos primeros actos de la obra, a los que siguió un intermedio y luego los últimos dos actos también sintetizados) se sintió fría y mecánica, sin el acento dramático que se esperaría de una doncella hechizada que encuentra a su gran amor.

A un lado la convicción de que estos programas contribuyen a promover el ballet en Yucatán, me suelo preguntar cuál es la reacción que ellos esperan del público: ¿éste debe ser comprensivo con las carencias técnicas, considerando el esfuerzo que hacen los bailarines y la posición de Mérida en el contexto nacional de la danza, o debe exigir un nivel artístico mínimo para presentarse en un foro como el Peón Contreras y para pagar por verlo?


Los asistentes a la función del sábado 7, que llenaron la luneta y platea y ocuparon buen número de asientos de los demás niveles, aplaudieron intensamente e incluso gritaron bravos al elenco en el agradecimiento final (era fácil distinguir a los familiares y amigos de los bailarines). Pero, para ser honestos, fuera de la pareja Érika-Yojan y de Giovana Aguilar, quien interpretó al bufón (un personaje creado para varón) y a uno de los dos cisnes solistas, el desempeño de los bailarines estuvo por debajo de lo que amerita un espectáculo de danza de boleto pagado (80 y 60 pesos) en el teatro más importante de la ciudad; incluso, por debajo del nivel de funciones que otras agrupaciones y academias locales han ofrecido en éste y otros centros culturales. A los varones, por ejemplo, les quedó grande el reto en momentos como el pas de six del primer acto (saltos de baja altura y extensiones mal delineadas), y a los cisnes les falló la sincronía en el pas de quatre correspondiente al segundo, a pesar de que ésa es la cualidad que justifica la existencia del cuarteto.

El vestuario de Érika y Yojan contrastó en calidad de manufactura y diseño con el del resto del elenco… A una asistente se le escuchó decir que el traje de la reina parecía de Carnaval y lo cierto es que la corona daba la impresión de ser una manualidad escolar. 

La noche siguiente, Susana Aranda y César Pérez fueron Odile y Sigfrido. Érika volvió a actuar como Odette.

viernes, 6 de junio de 2014

Oda a la tercera edad

José Ramón Enríquez, Tanicho y Pablo Herrero al
finalizar una función de "Aeroplanos" 
No importa qué tan graciosos sean los diálogos de las historias protagonizadas por viejitos, siempre habrá un momento en que éstas te harán llorar. Como en “Aeroplanos”, que tal vez no lleve hasta las lágrimas a todo el público, pero hay una tristeza latente que por momentos oprime el corazón.

La obra del argentino Carlos Gorostiza que en Mérida se presentó recientemente en temporada en Casa Tanicho con la dirección de Pablo Herrero tiene el humor y el drama predecibles de las historias sobre adultos mayores (y sobre niños enfermos y sobre mascotas...). La de 
“Aeroplanos” se desarrolla en la sala de una casa con la conversación entre dos amigos entrañables: uno de ellos está enfermo de algo que nunca se precisa qué, el otro está por vivir un cambio en la dinámica de su familia, uno es un ex cantante extrovertido y ojo alegre; el otro, un hombre que se toma las cosas en serio, un actor que cortó su carrera en los escenarios para llevar una vida estable con una mujer de la que ya enviudó y a la que se mantuvo fiel.

Pero que los ingredientes con que se prepara esta historia ya se hayan saboreado en otras producciones de teatro, cine y televisión no significa que no valga la pena ponerlos de nuevo en la mesa, sobre todo si uno de los que los mezcla y sirve es José Ramón Enríquez, dramaturgo, actor, director y crítico que actualmente vive en Mérida, donde es profesor en la Escuela Superior de Artes de Yucatán.


En la más reciente temporada de “Aeroplanos”, José Ramón fue el tranquilo Cristóbal, la contraparte del alocado Paco (Francisco Sobero, Tanicho), una asignación de papeles que se antoja apegada a la personalidad de cada actor, a juzgar por lo que de ambos se difunde en los medios. Lo que se admira (y agrada) en el arte de José Ramón es esa capacidad para interpretar sin que se le noten los hilos de los cuales tira, actúa casi sin actuar, sin afectaciones, sin gestos que sobren, con la naturalidad de alguien a quien conoces un día cualquiera.


Algunos diálogos de la obra se modificaron para incorporar información de la región, como cuando los dos amigos mencionan a La Rendija y hacen una velada alusión al viaje que Tanicho y José Ramón realizarían a Hermosillo para presentar “Aeroplanos” el 30 de mayo. El año pasado Tanicho ganó el premio al mejor actor del Festival Internacional de Pequeño Formato de Miami con el personaje de Paco.


Hoy viernes, en la ciudad de México se estrenará una temporada de “Aeroplanos”, en la que Ignacio López Tarso, Xavier López (Chabelo), Manuel (Loco) Valdés y Sergio Corona alternarán en los papeles de Paco y Cristóbal. 


En Mérida, este mes y el siguiente se podrá apreciar el trabajo de José Ramón Enríquez, ahora como dramaturgo y director, en las funciones de “Gente de razón”, todos los miércoles en el auditorio del Centro Cultural Olimpo.


lunes, 2 de junio de 2014

La noche se hace blanca

Asistir a tres eventos no da ni siquiera una idea general sobre el desarrollo de la tercera Noche Blanca, pero desde la experiencia personal se puede hablar de cosas buenas y no tan buenas:


Lo bueno

El Quinteto Clásico de Yucatán y el tenor Miguel
Ángel Mena, en la Casa de Montejo
  • ·         La gente respondió a la invitación a asistir a las actividades. Camino al Centro Histórico se podía ver a personas solas, en grupos de amigos o en familia consultando los programas y seleccionando los lugares a donde irían. No asistí a los eventos de la edición anterior, así que sólo puedo compararla con la primera y, sí, el número de personas que el sábado 24 de mayo recorrieron museos, galerías y otros espacios del Centro fue mucho mayor.
  • ·         A pesar de la concentración de personas y a que se respiraba ambiente de diversión, estaba claro que éste no era el reemplazo de la fiesta que sigue a los paseos de Carnaval: no fue una invitación a la ebriedad ni a los desfiguros; incluso se vio a parejas con hijos preadolescentes que seguían en la calle hasta las primeras horas de la madrugada.
  • ·         Hubo variedad de opciones para ver y escuchar, desde lo popular hasta lo académico con todos los matices del medio. Y, además, el acceso fue gratuito.
  • ·         El concierto del Quinteto Clásico de Yucatán en la Casa de Montejo. A las 11 de la noche, hora prevista para comenzar, se estaba dando la bienvenida a los asistentes. El quinteto lo forman los violinistas José Luis Chan Sabido, quien también lo dirige, y Flor Novelo; el violista Jaroslav Meluzin, la chelista Natalia Melikhova y el contrabajista Stanislav Grubnik, estos últimos cuatro músicos de la Orquesta Sinfónica de Yucatán. El currículum de los cinco era garantía de calidad musical, que respaldó la ejecución de temas tradicionales de México y Yucatán, desde “Pájaro azul”, “Rayito de sol”, “Bésame mucho” y “Ojos tristes” hasta “Adoro” y “Contigo aprendí”, de Armando Manzanero, y “Peregrina”. Algunos temas, como “Peregrina” y “Nunca”, fueron acompañados por la voz del tenor Miguel Ángel Mena.
  • ·         La obra “Leaving USA” que Carlos Medina presentó en el Centro Cultural Olimpo, con la dirección de Gilma Tuyub. A pesar de que comenzó pasadas las 12 de la noche, el auditorio se vio lleno en más de tres cuartas partes. Se trata del monólogo de un oxkutzcabense que regresa de Estados Unidos, a donde emigró en busca de trabajo, con la intención de quedarse definitivamente en su tierra con su familia. El principal mérito de la obra es su capacidad para conmover el corazón con el drama de los inmigrantes sin volverse densa, pues la reflexión va calando entre broma y broma, que a una adolescente del público le llegó a producir un ataque de risa.
Carlos Medina en "Leaving USA"






Lo no tan bueno

Kaveh Parmas interactúa con una voluntaria
del público

La Giralda, en el atrio de la Catedral
  • ·         La demanda superó a la oferta y no sólo en lo que se refiere al acceso a algunos espectáculos (a eso de las 11 de la noche había que ver la cola que se había formado afuera del teatro “Felipe Carrillo Puerto”), sino también a restaurantes del Centro Histórico. Algunos para las 2 de la mañana continuaban abiertos, pero había que esperar a que se desocupara una mesa, su stock de bebidas y alimentos era limitado o el servicio resentía la falta de suficientes meseros.
  • ·         La presentación de La Giralda en el atrio de Catedral. El programa lo anunciaba a las 9 de la noche y comenzó 9:45. Algunas personas que habían ocupado asientos frente al escenario decidieron irse y otras se retiraron durante la función. La Giralda es un trío de artistas mexicanos e iraníes: Kaveh Parmas es cantante y actor, y Manuel Mejía y Mehdi Molaei, músicos. Su espectáculo comienza con Manuel ocupando su silla en el escenario vestido de frac, calzado con tenis Converse rosados y una máscara de paloma, lo que minutos después hace también Mehdi, con el mismo atuendo. Kaveh se presenta con una botella de lo que se asume es alcohol y hojas sueltas a las que va volando el viento. Se dirige al público con voz de ebrio y después de ser sujetado con violencia por Mehdi, quien le pregunta quién es y cómo se llama, Kaveh se declara escritor y admirador de poetas como Federico García Lorca. Es entonces que empieza la alternancia entre relatos al público y la interpretación de poemas de Lorca musicalizados, que se cantan con pretendido estilo de cante jondo pero que están lejos de sonar como aquéllos en la voz de un auténtico cantaor. Aunque la figura del borracho y exclamaciones como “¿Por qué todos los poetas son maricones?” pudieran hacer pensar que se trata de un espectáculo humorístico, en realidad no se trata de un divertimento, sino una reflexión dolorosamente sarcástica sobre la tragedia del artista perseguido por su obra y su personalidad, como lo fue García Lorca. Un espectáculo de este tipo merecía otro escenario, uno que favoreciera la intimidad con los artistas, la ausencia de los distractores habituales en un foro al aire libre: personas platicando, comiendo, caminando entre el público, incluso jóvenes que piensan que es gracioso subirse al escenario durante el desarrollo de la función y desde el fondo hacerle gestos al público. En un momento el trío debió competir con la música de una batucada que pasaba frente al Palacio de Gobierno y no sólo hizo difícil escuchar a La Giralda, sino que también le robó espectadores que prefirieron irse tras los percusionistas.
  • ·         No fue mi experiencia, pero la dificultad para trasladarse entre diferentes puntos por el tiempo que le tomaba a las guaguas cubrir sus rutas y el caos vehicular favorecido por el cierre de calles fueron aspectos muy comentados contra la organización de la Noche Blanca. Una sugerencia para quienes se aventuren a asistir a la cuarta edición, en diciembre: dejen el auto en un punto apartado del primer cuadro, lleven zapatos bajos y dispónganse a caminar y caminar. El corazón y el hígado lo agradecerán.