A la propuesta de Emmanuel Grivet
la comparo con uno de esos platillos gourmet que deliberadamente evito en la
mesa: me falta bagaje cultural para saber saborearlo. Y sin embargo…
Las dos obras que el coreógrafo
francés presentó el lunes 3 en el Teatro Armando Manzanero como parte del
Festival Oc-Ohtic están construidas
sobre silencios, con un mínimo de sonidos de fondo, algo que suele
producirme tensión. Además, la primera, “Improbabilidades e impostura”,
experimenta con la improvisación, un recurso que me hace sentir incómoda porque
como espectadora necesito estructura, tener la seguridad de que quien me hace
el cuento sabe de qué va y en qué termina.
Es una pieza para Emmanuel, una bailarina invitada (en este caso Tatiana
Zugazagoitia) y dos integrantes del público que voluntariamente se ofrecen a
participar (ella fue Fanny Ortiz, bailarina, y él, un chico que por la manera
en que se desenvolvió pienso que no es ajeno a la danza).
La segunda, “Transparence Blanc”,
la interpreta solamente Emmanuel con predominio de movimientos de manos y
brazos y desplazamientos cortos del
cuerpo; por momentos se le escucha hablar (en un idioma que no es francés).
Emmanuel Grivet en "Transparence Blanc" (foto de Notimex). |
Pero aquí va la contradicción:
aunque el tipo de danza que hace no es exactamente el que me resulta más
atractivo ni el espectáculo al que elegiría ir a sabiendas de qué consiste, Emmanuel
Grivet sí es el tipo de artista al que me gusta ver actuar, uno que cuando pisa el
escenario pone en alerta hasta los vellos del dedo pequeño de su pie, uno en el que ningún movimiento es gratuito, uno
en el que simplemente por la forma en que coloca las manos sabes que tiene
experiencia y escuela. Fue interesante ver cómo en “Improbabilidades e
impostura” resolvió algunos “problemas” de la improvisación e incluso procuró
repetirlos para darles sentido de espectáculo.
Al día siguiente se presentó la
“compañía de impulso” (de estreno) del festival, Odori Desu Bailía
Contemporánea, con “Y tan sólo...”. En comparación con la de Emmanuel, su propuesta es más
tradicional, en el sentido de que hay desplazamientos y música, pero también tiene muchas áreas de oportunidad. Me quedó la sensación de que el grupo quiso tener
un estreno espectacular y por eso recurrió a proyecciones de vídeo, a un saxofonista
que actuó en vivo, a vestuario y maquillaje futuristas; pero su mensaje (el
programa hablaba de cinco personas que “van discurriendo sobre el estado de sus
vidas”) se pierde entre tanto adorno y en ejecutantes que se muestran inexpresivos,
incapaces de transmitir emociones.
Me parece también que aún le falta desarrollar
un lenguaje individual, porque aunque es danza contemporánea y, a diferencia de
la clásica, no hay propiamente un “catálogo de pasos”, algunos recursos en su
narración resultan un tanto familiares, como los gritos (conté tres), que han
sido ya bastante utilizados en danza moderna.
"Y tan sólo..." de Odori Desu Bailía Contemporánea (fotografía de Notimex). |
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