miércoles, 26 de diciembre de 2012

Pagar o no pagar, he ahí la cuestión...



¿Mejor gratis que pagado? ¿Si no cobro el acceso a mi espectáculo soy un modelo de artista y ejemplo de promotor cultural?

Cuando se preparaba la visita del Taller Coreográfico de la UNAM a Mérida, su asesor artístico, Gregorio Luke Contreras, dijo a “Diario de Yucatán” que una de las características de la agrupación es que la entrada a sus presentaciones tiene precio accesible e incluso es gratuita. Su opinión es que los espectáculos artísticos deben ser subsidiados, pues no pueden sostenerse únicamente con lo que ingresa en taquilla ni deben sobrevivir sólo con la ayuda de espectadores que cuentan con suficientes recursos económicos.

El argumento es convincente, pero las presentaciones del propio Tcunam en la explanada del Centro de Convenciones Siglo XXI en el cierre del Festival de la Cultura Maya me hacen dudar de si los espectáculos gratuitos cumplen siempre con el objetivo de llevar la cultura a toda la población.

Porque una cosa es ponerlos al paso de la gente y otra garantizar que se aprovechen, algo que no necesariamente ocurre cuando no se cobra el acceso y, además, se realizan al aire libre. Hablo de lo que vi: en las dos funciones que ofreció el Taller (el viernes 21 y sábado 22) hubo vendedores ambulantes ofreciendo chicharrones y palomitas en plena presentación; personas que llegaban y se retiraban sin importar que los bailarines estuvieran actuando,  y otras conversando a viva voz, lo que dificultaba la concentración en lo que estaba ocurriendo en el escenario. Y como se trataba de un espacio público, me quedó la duda de si había derecho de pedir al chicharronero y a los amigos platicadores que dejaran de hacer lo que hacían.

Tiene razón Gregorio cuando dice que el arte no debe ser exclusivamente para unos cuantos, pero cobrar por tener acceso a él, aunque sea una cantidad simbólica, ayuda a filtrar al público en verdad interesado  en un espectáculo, lo compromete con él, lo “obliga” a comportarse de una manera que sienta que está desquitando su dinero y permita a otros disfrutarlo también. No sé si ésta sea una situación generalizada en México y el mundo,  pero al menos aquí he visto que si no te cuesta dinero no te esfuerzas.

Claro, los eventos de boleto pagado no son garantía de tener un público a la altura de ellos, nunca falta el que se dedica a hacer comentarios durante la función, el que habla por teléfono, el que toma fotos con flash, el que entra con comida… La diferencia es que a ellos sí se les puede exigir, con todo derecho, que dejen de hacer lo que están haciendo.


El Tcunam al final del programa
del viernes 21 de diciembre.

El Taller en "Sinfonía india",
el sábado 22 de diciembre.

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