martes, 11 de diciembre de 2012

El Bardo y la nada

Tándem: "Shakespeare y la luna, siempre":

¿Te pueden gustar algunos bocados aunque no la comida completa? Porque eso siento que me ocurrió con Tándem y su “Shakespeare y la luna, siempre” que el domingo 9 cerraron el Festival Oc-Ohtic en el Teatro Armando Manzanero.

La coreografía de Leticia Alvarado, directora de la compañía, tiene imágenes muy bellas, como cuando uno de los bailarines se mueve delicadamente en la sombra que se crea al colocarse frente a una fuente de luz y cuando entre fundidos en negro se presentan escenas que duran sólo unos segundos y dan al espectador la sensación de estar ante una proyección de diapositivas. Los bailarines se muestran capaces y correctos en el cumplimiento de las exigencias de su directora, en especial Emir Meza, seguro y preciso en sus movimientos de tierra, sus giros, saltos y en vertiginosas combinaciones de ellos.

Pero, a pesar de la música de Haendel y del vestuario evocador de los siglos XVI-XVII, en su conjunto “Shakespeare y la luna, siempre” no dejó huella en mí. Tal vez la culpa la tenga yo por crearme expectativas: en las primeras escenas creí reconocer la tragedia de Romeo y Julieta y pensé que ése sería el tono de toda la coreografía, un relato de historias del Bardo, pero terminé frustrada tratando de determinar en las escenas siguientes, sin conseguirlo, si por ahí estaban pasando Otelo, Lady Macbeth o la Muerte porque me hacían falta elementos para identificarlos. La confusión de no saber si estaba ante una obra narrativa o de ambientes hizo que el resumen de la experiencia no fuera placentero.

Algo diferente de lo que me ocurrió con la Compañía Estatal de Danza Contemporánea de Oaxaca, que el jueves 6, siempre como parte del festival, presentó “Cuerpos de olvido”, de Rolando Beattie. Aquí no hay margen de equivocación: es una obra abstracta inspirada por el olvido de los muertos. Los bailarines se mueven como si estuvieran en shock, convulsionaran, tuvieran prisa de llegar a ningún lado; no hay simetrías, su estética surge de lo bien organizado del caos, del contraste entre los momentos de reposo e hiperactividad, y de la brevedad de sus escenas (al final de cada una, un fundido en negro), que hacen pensar en un escritor que cuenta su historia con frases u oraciones cortas y contundentes rematadas por puntos. Esta marca aún la llevo.

Compañía Estatal de Danza Contemporánea de
Oaxaca al final de "Cuerpos de olvido":


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