martes, 29 de enero de 2013

Un cowboy en la calle 60


Dejar sonar el celular es una práctica tan común en los teatros de hoy en día que enseguida se busca al cretino de turno cuando se escucha un teléfono timbrar al comienzo de la función de “El último vaquero” con la Compañía Teatral del Norte. Pero esta vez no hay sinvergüenza, el sonido es parte del espectáculo, la invitación a Ramón, velador del teatro, a entrar a escena. Lo hace a oscuras, sólo escuchamos su voz de anciano y acento norteño con que avisa que ya está cerca del aparato.

Contesta y por el diálogo que sostiene con su inexistente interlocutor nos enteramos cuál es su oficio, que –después de aceptar encender la luz y descubrirlos- ya llegaron los invitados de esta noche (nosotros, el público) y que están en camino los demás (un camión lleno de estrellas”). Así que mientras esperamos él nos hace plática, nos cuenta en qué se le va la vida de todos los días y cómo era antes de que a él y a Angelita, su esposa, los echaran de su pueblo en Sonora para que los impulsores del progreso lo pudieran inundar a gusto y construyeran una presa.

Los recuerdos de Ramón son tristes, incluso los felices cargan con el pesar de no haber sido duraderos. En sus evocaciones de la vida en su tierra, Ramón hace actual el drama de muchas familias mexicanas, ya sea que vivan en la sierra, el puerto o la zona henequenera: la vulnerabilidad en que las sitúa la pobreza, la falta de condiciones para revertir injusticias, la dependencia a las decisiones de las autoridades del momento.

Ramón es interpretado por Sergio Galindo con veracidad (el actor es más joven que el  personaje)  y capacidad para conmover sin abusar de poses dramáticas. De hecho, el monólogo, del que Galindo es autor y director, produce sonrisas e incluso carcajadas, a veces estimuladas por el lenguaje soez del velador y otras por su interacción con el público, a un integrante del cual invita subir al escenario a encenderle el cigarro.

Si algo hay que reprocharle a Galindo sería el tiempo que se toma en comenzar a narrar las historias sobre su pueblo, en su demora en hablar de la taza de café e ir por un cigarro, momentos en los que decae el interés en el monólogo.

Sergio Galindo es también el director de la Compañía Teatral del Norte, que ofreció tres funciones de “El último vaquero” en el Teatro Daniel Ayala Pérez durante el Mérida Fest. En la función del miércoles 23, entre el público, que ocupó poco menos de la mitad de las butacas, estuvo presente Ofelia Medina.


Sergio Galindo en dos momentos de
"El último vaquero" (fotos cortesía
de Hansel Vargas Aguilar).

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