martes, 8 de enero de 2013

471 años y contando



Desde la sala de redacción no se percibe todo lo emocional que es participar en la alborada de aniversario de Mérida.

Esperando ante la computadora por la fotografía y el artículo sobre la primera actividad del Festival de la Ciudad (ahora Mérida Fest) no se siente la piel erizarse cuando, detrás de los trovadores, se camina desde Santa Lucía hasta el Palacio Municipal sosteniendo una vela encendida o un clavel rojo y se escucha a otros habitantes de la ciudad y turistas cantar con los músicos que el 5 de enero le llevan serenata a la ciudad de los Montejo.

Y cómo conocer, rodeada de paredes, lo que es capaz de evocar la interpretación de una canción fijada en la memoria desde que se le escuchó por primera vez siendo adolescente: “Mérida cómo te quiero, nunca de extrañarte dejo, tu quieta plaza mayor, tu hermoso Paseo Montejo…”.

Tampoco se impacta a la vista con las figuras de luz que coronan en el cielo la actuación de los trovadores, no importa todo lo miedosa que quien las mira sea ante los fuegos artificiales.

Pero la alborada del aniversario 471 nos encuentra en la calle, siendo una más de quienes en esta ocasión peregrinan de estación en estación para presenciar cuadros artísticos que capturan momentos de la historia de la ciudad. No todos esos cuadros nos parecen igual de efectivos. Ante la fachada de la Casa de Montejo, representantes del pueblo maya dialogan con “El Mozo” sobre la fundación de Mérida con palabras demasiado líricas para comprenderse y digerirse entre una multitud que no necesariamente tiene la atención al espectáculo como su prioridad. La música New Age suena extraña para una escena del siglo XVI, pero se comprende su elección cuando “El Mozo” se retira del balcón de la casa (la iluminación de la fachada nos revela detalles que de común, en el día, pasan inadvertidos) y abre la puerta principal entre una intensa luz blanca de fondo y humo para ir al encuentro de su interlocutor maya. Es el efecto que se buscaba.

En el escenario frente a Catedral, el de la transición de las costumbres nativas y de los conquistadores a la cultura yucateca que las sincretiza, los bailes de la jota aragonesa y las jaranas no impresionan tanto como la voz de Eduardo Rosado cuando "Granada".

Una estación más, en el Parque de la Madre, media entre el escenario de Catedral y el del parque de Santa Lucía, donde la experiencia del Ballet Folclórico Juvenil del Ayuntamiento y la orquesta jaranera, y los conocimientos y el carisma del conductor elevan la calidad del cuadro, que representa la fiesta de la vaquería.

Al terminar, ahora sí, todos a formarse detrás de los trovadores que la serenata va a empezar.

Encuentro de culturas en la
Casa de Montejo.


Trovadores en marcha hacia
Palacio Municipal.

Velas (y claveles) para acompañar
la alborada.
Final de fiesta.

Final de fiesta.


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