Desde la sala de redacción no se percibe todo lo
emocional que es participar en la alborada de aniversario de Mérida.
Esperando ante la computadora por la fotografía y el
artículo sobre la primera actividad del Festival de la Ciudad (ahora Mérida
Fest) no se siente la piel erizarse cuando, detrás de los trovadores, se camina
desde Santa Lucía hasta el Palacio Municipal sosteniendo una vela encendida o un
clavel rojo y se escucha a otros habitantes de la ciudad y turistas cantar con los
músicos que el 5 de enero le llevan serenata a la ciudad de los Montejo.
Y cómo conocer, rodeada de paredes, lo que es capaz de
evocar la interpretación de una canción fijada en la memoria desde que se le
escuchó por primera vez siendo adolescente: “Mérida cómo te quiero, nunca de
extrañarte dejo, tu quieta plaza mayor, tu hermoso Paseo Montejo…”.
Tampoco se impacta a la vista con las figuras de luz que coronan
en el cielo la actuación de los trovadores, no importa todo lo miedosa que
quien las mira sea ante los fuegos artificiales.
Pero la alborada del aniversario 471 nos encuentra en la calle, siendo una más
de quienes en esta ocasión peregrinan de estación en estación para presenciar
cuadros artísticos que capturan momentos de la historia de la ciudad. No todos
esos cuadros nos parecen igual de efectivos. Ante la fachada de la Casa de
Montejo, representantes del pueblo maya dialogan con “El Mozo” sobre la
fundación de Mérida con palabras demasiado líricas para comprenderse y digerirse
entre una multitud que no necesariamente tiene la atención al espectáculo como
su prioridad. La música New Age suena extraña para una escena del siglo XVI,
pero se comprende su elección cuando “El Mozo” se retira del balcón de la casa
(la iluminación de la fachada nos revela detalles que de común, en el
día, pasan inadvertidos) y abre la puerta principal entre una intensa luz
blanca de fondo y humo para ir al encuentro de su interlocutor maya. Es el efecto que se buscaba.
En el escenario frente a Catedral, el de la transición de
las costumbres nativas y de los conquistadores a la cultura yucateca que las
sincretiza, los bailes de la jota aragonesa y las jaranas no impresionan
tanto como la voz de Eduardo Rosado cuando "Granada".
Una estación más, en el Parque de la Madre, media entre el
escenario de Catedral y el del parque de Santa Lucía, donde la experiencia del
Ballet Folclórico Juvenil del Ayuntamiento y la orquesta jaranera, y los
conocimientos y el carisma del conductor elevan la calidad del cuadro, que
representa la fiesta de la vaquería.
Al terminar, ahora sí, todos a formarse detrás de los
trovadores que la serenata va a empezar.
Encuentro de culturas en la Casa de Montejo. |
Trovadores en marcha hacia Palacio Municipal. |
Velas (y claveles) para acompañar la alborada. |
Final de fiesta. |
Final de fiesta. |
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