El concierto de Martyn van den Hoek y Christopher Collins
Lee en el auditorio del Olimpo, el viernes 11, debería ser recordado por la
supremacía artística del pianista holandés y el violinista estadounidense. Y sí,
ése es el hecho que predomina, pero también lo será por la anécdota de
que los asistentes fueron invitados a retirarse apenas comenzar el intermedio porque se pensó que el programa ya había terminado.
Hubo quienes ignoraron la solicitud de los empleados
municipales por parecerles extraña la conclusión repentina (contraria a lo que
indicaba el programa de mano), a pesar de la advertencia que se hizo
llegar bajando las luces del auditorio. A algunos nos benefició la espera para resolver una duda y a otros, el tiempo que
pasaron viendo los discos de Christopher y Martyn que se vendieron afuera del
recinto. Una pianista amiga de los músicos que se dio cuenta de la situación salió del auditorio para informar a la gente que aún estaba en el Olimpo que el concierto continuaba.
Pero fue notorio el número de los que ya no regresaron y
recibieron a medias la recompensa por haber hecho una larga fila –duró al menos
una hora la formación- para escuchar a dos artistas en los que, a pesar de su
precisión, la música es más una cuestión de estómago que de cerebro, en los que
tocar un instrumento no es una fórmula matemática sino un acto de gozo.
Hay un consuelo: Martyn van de Hoek es el
solista invitado a los conciertos del 25 y 27 de enero de la Orquesta Sinfónica
de Yucatán, y Christopher, a los del 1 y 3 de febrero.
Martyn van den Hoek y Christopher Collins Lee, en el concierto en el Olimpo (foto tomada de la web de "Diario de Yucatán"). |
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