Dejar sonar el celular es una práctica tan común en los
teatros de hoy en día que enseguida se busca al cretino de turno cuando se
escucha un teléfono timbrar al comienzo de la función de “El último vaquero”
con la Compañía Teatral del Norte. Pero esta vez no hay sinvergüenza, el sonido
es parte del espectáculo, la invitación a Ramón, velador del teatro, a entrar a escena. Lo
hace a oscuras, sólo escuchamos su voz de anciano y acento norteño con que avisa
que ya está cerca del aparato.
Contesta y por el diálogo que sostiene con su inexistente interlocutor
nos enteramos cuál es su oficio, que –después de aceptar encender la luz y
descubrirlos- ya llegaron los invitados de esta noche (nosotros, el público) y que
están en camino los demás (un “camión lleno de estrellas”). Así que mientras
esperamos él nos hace plática, nos cuenta en qué se le va la vida de todos los
días y cómo era antes de que a él y a Angelita, su esposa, los echaran de su pueblo
en Sonora para que los impulsores del progreso lo pudieran inundar a gusto y
construyeran una presa.
Los recuerdos de Ramón son tristes, incluso los
felices cargan con el pesar de no haber sido duraderos. En sus evocaciones de
la vida en su tierra, Ramón hace actual el drama de muchas familias mexicanas,
ya sea que vivan en la sierra, el puerto o la zona henequenera: la
vulnerabilidad en que las sitúa la pobreza, la falta de condiciones para
revertir injusticias, la dependencia a las decisiones de las autoridades del
momento.
Ramón es interpretado por Sergio Galindo con veracidad (el
actor es más joven que el
personaje) y capacidad para
conmover sin abusar de poses dramáticas. De hecho, el monólogo, del que
Galindo es autor y director, produce sonrisas e incluso carcajadas, a veces
estimuladas por el lenguaje soez del velador y otras por su interacción con
el público, a un integrante del cual invita subir al escenario a encenderle el
cigarro.
Si algo hay que reprocharle a Galindo sería el tiempo que se
toma en comenzar a narrar las historias sobre su pueblo, en su demora en hablar
de la taza de café e ir por un cigarro, momentos en los que decae el
interés en el monólogo.
Sergio Galindo es también el director de la Compañía Teatral
del Norte, que ofreció tres funciones de “El último vaquero” en el Teatro Daniel
Ayala Pérez durante el Mérida Fest. En la función del miércoles 23, entre el
público, que ocupó poco menos de la mitad de las butacas, estuvo presente Ofelia Medina.
Sergio Galindo en dos momentos de "El último vaquero" (fotos cortesía de Hansel Vargas Aguilar). |