miércoles, 7 de noviembre de 2012

Los vecinos

Me dice Agustín, mi guía en la zona arqueológica de Tula, que la representación de Quetzalcóatl como serpiente emplumada simboliza la unión de lo terrestre y lo celestial. Esta aleación me es apropiada para describir la sensación de viajar por tres estados del centro de México donde la ingeniería humana emociona tanto como la divina, término que uso para referirme a las fuerzas de la naturaleza que moldean el paisaje.
Los edificios religiosos (¿decenas?, parecen cientos) de Puebla capital, el centro histórico de Tlaxcala, los pueblos mágicos y las formaciones naturales de Hidalgo y, en los tres casos, la cocina tradicional introducen al viajero a un universo de formas, sabores y colores que difícilmente se alcanza a conocer en una semana.
Pero aunque se disponga de sólo unos cuantos días, visitar a los tres vecinos recompensa ampliamente al viajero. Les comparto algunas (y sólo algunas) de las cosas que hicieron especialmente agradable un reciente recorrido por esta zona del país (se da por descontado el paseo por las calles de sus centros históricos, el pulso de toda ciudad):

1) Visitar la iglesia de Santo Domingo y su capilla del Rosario, en Puebla. La sensación de entrar en ellas la describo como un golpe, un bofetón. La capilla es tan bella que hasta duele mirarla. 

Detalle del techo de la capilla
del Rosario (foto VBM).

2) Visitar la iglesia de Santa María Tonantzintla, Cholula. Otro mazazo a los sentidos: de tan barroca la mirada se cansa. Lo primero que me vino a la mente al ver su interior (donde está prohibido tomar fotografías) es esa lección de Historia en la escuela en la que hablaban del mestizaje en las artes durante la Colonia: cuando las técnicas y estilos europeos se fusionaron con la visión indígena y dieron como resultado, por ejemplo, angelitos morenos. La teoría se materializa en este templo.

Fachada de Santa María
Tonantzintla (VBM).

3) Recorrer el Museo de Arte San Pedro, en Puebla. Desde septiembre exhibe "Y para muestra un botón", una selección de títeres y guiñoles de la familia Rosete Aranda-Espinal. Hay desde representaciones fantásticas hasta figuras alusivas a personajes históricos y otros aún con vida, como María Victoria, todos deliciosamente detallados.

4) Por supuesto, comer mole. Pero no en un restaurante de Gran Turismo, sino uno por el rumbo del mercado El Parián. Prueba a ir a La Gardenia, te sirven el plato de mole como parte de un menú de comida corrida que incluye sopa, arroz y postre (yo elegí los duraznos con rompope). Si lo acompañas de un vaso de agua fresca, te sale en 100 pesos; si es con refresco, súmale 20 más.
Mole en La Gardenia
(foto VBM).


5) En Tlaxcala, visitar la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y el antiguo convento franciscano. Además de su belleza arquitectónica, en especial la del Sagrario, la catedral tiene interés anecdótico: se le reconoce como el punto de partida de la evangelización de la Nueva España (de hecho, en el púlpito está inscrita la leyenda "Aquí tuvo principio el Evangelio de este nuevo mundo") y donde se cristianizaron los cuatro señores de Tlaxcala.

Fachada de la Catedral de
la Asunción, Tlaxcala
(foto VBM).

 6) Visitar las zonas arqueológicas de Cacaxtla y Xochitécatl. Son adyacentes; Xochitécatl era el centro religioso y Cacaxtla, el administrativo. En ésta sobresalen, como imaginarás, los vestigios de sus murales; en Xochitécatl encontré particularmente interesante el edificio que estuvo dedicado a Ehécatl, el dios del viento: tiene forma de espiral y se presume que se ascendía por él en una rampa, pues carece de escalinata; para los visitantes modernos se colocó una escalera de metal. En la parte superior hay una cruz.

Zona arqueológica de
Xochitécatl (foto VBM).

7) En Hidalgo, recorrer los pueblos mágicos de Huasca de Ocampo y Real del Monte, en la zona montañosa del estado. En Huasca están los prismas basálticos, formaciones geométricas de lava congelada donde las aguas de una presa cercana crean una cascada, y la hacienda Santa María Regla, propiedad de quien llegó a ser uno de los hombres más ricos de América durante la Colonia: Pedro Romero de Terreros. La hacienda, una construcción de piedra, conserva algunas de las áreas donde se procesaban el oro y la plata.  En Real del Monte están la Mina de Acosta, que ofrece visitas guiadas por los departamentos de la mina y su interior (la parte más emocionante del paseo); el Panteón Inglés (una oportunidad para conocer símbolos masones, pues buen número de quienes ahí descansan pertenecieron a logias) y el Museo de Medicina Laboral. El nombre de este museo es engañoso, podría pensarse que trata de los derechos de los trabajadores, pero en realidad es la memoria de un hospital de mineros, con sus férulas de metal, agujas de vidrio, aparatosos equipos de rayos X y aleccionadores dibujos en las paredes sobre las consecuencias de no ser precavidos en el trabajo bajo la tierra. Además de sus edificios emblemáticos, estos dos pueblos honran su magia con sus paisajes de colinas y vegetación boscosa.


Prismas basálticos
 (foto VBM).

Chimeneas de la hacienda
Santa María Regla
(foto VBM).

Mina de Acosta (foto VBM).

Hospital de Medicina Laboral en
Real del Monte (foto VBM).

Panteón Inglés (foto VBM).


8) Aventurarse en las Grutas Xoxafi. Si prefieres llevarla tranquilo, puedes tomar el tour básico, en el que sólo caminas por la caverna; pero si no te importa arrastrate, ensuciarte, terminar con moretones y raspaduras y jugarte la vida en el rappel y la tirolesa entonces contrata el extremo. Los guías saben cómo hacer más llevadero el trayecto, en el que habrá que pasar por orificios apenas un poco mayores al tamaño de nuestra cintura. Si al salir todavía estás de ánimo puedes volar en tirolesa de tres tiros: 300, 240 y 800 metros. En el último sólo hay una modalidad posible: de Supermán, con el arnés ajustado en la espalda y las manos libres para sujetarse... del viento.


Grutas Xoxafi (foto VBM).



9) Volar en globo. Con seguridad terminará siendo una experiencia diferente de lo que te imaginas, pero en mi opinión merece vivirse. Impacta ver cómo los objetos que en tierra nos parecen grandes poco a poco se transforman en puntos apenas reconocibles y otros desaparecen totalmente. No dejes de admirar el momento en que los demás globos se elevan, parece que siguen una coreografía. Ten en cuenta que los vuelos son muy de mañana, así que debes estar dispuesto a madrugar.


El cielo de Apulco, Hidalgo (foto VBM).


10) Comer barbacoa. En el Mercado de Barreteros, en Pachuca, Beto's la vende los sábados y domingos. Para acompañarla, un consomé de garbanzo... 


Consomé en Beto's (foto VBM).






1 comentario:

  1. estas tomas nos muestran muy buenos atractivos, además de que muestran muchas cosas que posee la ciudad y que se pueden visitar para poder conocer la historia maravillosa que poseen, lo leí en este blog https://cabañasenhuascadeocampo.com

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