Álvaro Carcaño al final de la presentación del monólogo "La misma vieja historia" |
Tal vez haya sido por 40 años un actor de Televisa. Tal vez sea más conocido por actuar en programas de los que se cuestione la calidad de su contenido. Pero
cuando se ve a Álvaro Carcaño en el monólogo “La misma vieja historia” se
comprueba que es un Actor, así, en mayúsculas.
Porque se necesita a alguien con su arte y sus tablas para mantener
durante una hora al público interesado en escucharlo solamente a él mientras narra
una historia de sobra conocida: la explicación judeocristiana de la Creación y
el Diluvio.
No hay adoctrinamiento en la intención del monólogo, los
sucesos del Génesis son expuestos como argumento de una cautivadora telenovela
milenaria en la que los hechos no siempre son iguales a como están escritos en
el Antiguo Testamento.
No toda la obra, que se presentó el sábado 17 en la Cineteca
del Teatro Armando Manzanero, es recitada de memoria; de hecho, en su mayor
parte el actor lee sus textos, un recurso que es justificado con el hecho de
que el protagonista repasa un antiguo manuscrito que llegó a sus manos. La experiencia
de Carcaño se pone a prueba cuando, después de hacer pausas para reflexionar o
dirigirse al público, debe retomar la lectura; los segundos que pasan mientras encuentra
la palabra para continuar no los deja en silencio, sino que, sin abandonar al
personaje, pregunta “¿dónde me quedé?” o hace alguna afirmación que demuestra
que mantiene el control de la acción.
La obra atrapa por los giros cómicos de los sucesos bíblicos.
En la versión de Carcaño (desde hace algunos años vecino de Mérida y de la
García Ginerés), la mujer fue creada primero que el hombre y no necesitó que
Dios le infundiera el soplo de vida, con lo que “desde entonces la mujer ha
hecho lo que se le ha dado la gana”. Al hombre lo crea por su imposibilidad para
controlar a la mujer, pero está tan molesto al momento de fabricarlo que lo
tiene que rehacer varias veces y al final lo dota de capacidades a medias: puede
“medio hacer, medio razonar…”. En esta narración, a Noé le cuesta un dineral la
confección del Arca porque debe pagar cuotas no contempladas a
organismos como la Profepa, que lo multa por las especies exóticas que lleva
consigo. En el relato sobre Caín y Abel cuenta que, después de matar a su
hermano, Caín se va a vivir con sus dos compañeras, con lo que da origen al
harén, una práctica común en países de Oriente y que en naciones de Occidente se
conoce como casa chica, “que suele ser más grande y lujosa que la casa familiar”.
La función comenzó a las 9 de la noche; la Cineteca se llenó
cerca de la mitad de su capacidad. La actividad formó parte del Festival de Teatro “Wilberto
Cantón” y la entrada fue gratuita.
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