Mi abuela materna creció en una comunidad del sur de
Yucatán. Sabía hablar maya porque estoy convencida que alguna vez la escuché conversar en esa lengua. Pero su conocimiento no llegó a sus nietas y con seguridad tampoco a
su hija, porque no recuerdo que mi mamá dijera más palabras en maya que las que
el promedio de los habitantes de la capital conocemos. Tal vez tenía la idea que aun ahora se mantiene:
que en entornos urbanos como Mérida sienta mejor comportarse como catrines y hablar
sólo en castellano.
También recuerdo escucharle decir cosas que nadie más me ha
dicho y en las que parecía creer profundamente: que no es bueno dejar abiertas
las puertas de los clósets porque es una invitación a entrar a la muerte, que
no debía jugar a saltar a una persona acostada en el piso porque le
estaba robando años de vida y que no tratara de conocer la estatura de alguien
midiéndolo con una cinta métrica porque era tomar la medida de su ataúd.
Visto a la distancia, ya que no podía hacerlo la lengua era ese conjunto de creencias lo que vinculaba a su descendencia con la
cultura del pueblo originario de Yucatán, una que afirma que el
mundo visible y tangible marcha en paralelo a una zona de penumbra llena de
misterios y que sigue viva incluso después del tamizado que le han hecho las
doctrinas europeas.
Esa sensación de estar ante un universo extraño y fantástico
la tuve al leer “La mujer sin cabeza y
otras historias mayas”, libro en el que José Natividad Ic Xec reúne leyendas y
anécdotas que nos exponen a la forma de pensar y vivir de las comunidades
indígenas, donde los brujos que se transforman en animales o waayes (waay peek,
waay mis…) son tan reales como cualquiera que desempeña su oficio a la luz del
día; hay protocolos para ganarse el favor y el perdón de los señores de los
montes y los aluxes, y una mirada puede desencadenar males físicos.
Otras historias -27 en total en 109 páginas- nos ofrecen
ejemplos de la efectividad de saberes a los que la sociedad del siglo XXI está
volviendo a recurrir: la herbolaria y otros remedios milenarios para tratar desde mordeduras
de serpientes hasta verrugas. En lo personal me resultaron especialmente interesantes las narraciones sobre el conocimiento de los curanderos para atender
mordeduras de víboras, al punto de haber salvado a víctimas de esos animales que sólo empeoraban en hospitales de la capital del Estado.
"La mujer sin cabeza y otras historias mayas" es una edición del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) y se presentó en diciembre pasado. El autor es también el creador de “El Chilam Balam”, un
proyecto de difusión de la cultura maya al que se puede seguir con ese nombre en Facebook y Twitter y en la web elchilambalam.com.
Portada del libro "La mujer sin cabeza y otras historias mayas" de José Natividad Ic Xec. |
"La mujer marcada con la muerte" narra las consecuencias de una mirada de apenas una fracción de segundo. |
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