lunes, 18 de febrero de 2013

Revive el Chupasangre


El “Drácula” de la Compañía de Danza Clásica de Yucatán no es una producción ostentosa ni de un nivel que pueda compararse con las que presentan agrupaciones con más recursos económicos y humanos, proyección e historia. Sin embargo, al salir de la función que se ofreció el viernes 15 en el Peón Contreras no lo hice con una sensación de desencanto, como ha ocurrido con algunas presentaciones anteriores de la misma compañía y otros grupos locales.


El espectáculo de dos actos, que llenó casi en su totalidad la luneta, platea y el primer nivel del teatro, tiene aspectos destacados en el contexto del ballet que se hace en el Estado:

  •  Trata un tema de probado atractivo que al menos en Yucatán no se había abordado en espectáculos de ballet. Esto en lo personal lo agradezco porque, aunque “El lago de los cisnes” es un favorito intemporal , no creo ser capaz de resistir una adaptación más de esta obra, de la que en los últimos meses en Mérida se han presentado versiones y más versiones. Además, "El Conde Drácula" es una creación propia, no la adaptación de un ballet que otros han bailado y que pudieran significar un inalcanzable punto de comparación para los locales.
  • El elenco de bailarines yucatecos está apoyado por cubanos que hacen evidente su escuela y tablas. El ejemplo más claro está en quien encarna a Drácula, Mayvel Miranda, quien además es autor de la coreografía junto con Adrián Leyva. Mayvel se desenvuelve con la siempre agradecida estampa del bailarín que tiene experiencia en los escenarios, está a la altura de los retos técnicos que él mismo se plantea en la obra e impacta cuando adopta el gesto violento, el rostro deforme del ángel caído al momento de atacar.
  •  El doble papel de Mina-Elizabetha en la función del viernes lo interpretó Tatiana Arcila, bailarina que sobresale por sus líneas y maneras estéticas y posee solvencia técnica.
  • Es notorio que sus autores conocen de estructura dramática. Mayvel y Adrián se basaron en la novela de Bram Stoker y la película de Francis Ford Coppola para desarrollar la trama, pero para narrarla en una hora debieron limitarse a los temas esenciales, que presentan en una secuencia que resulta comprensible.
  •  Aunque modesta, hay al menos la preocupación de representar con escenografía los diferentes ambientes de la historia: la iglesia del inicio, la casa de Mina y el castillo de Drácula. Incluso hay efectos especiales: una explosión detrás de una cruz cuando el conde abjura de su fe, humo que antecede a su aparición en el castillo y el uso de una polea para hacerlo “volar”.

Pero “Drácula” también tiene retos a superar:

  •  Crecer su elenco. En el saludo final salieron 14 personas a agradecer al público, incluyendo a Valentina Castro, la niña que aparece unos segundos en uno de los momentos más inesperados de la obra, digno del canal “Pánico”. Con una plantilla mayor de bailarines se podría ampliar las posibilidades de la coreografía y lograr mayor efecto en algunas escenas, como en el baile de invitados a la boda del conde y Elizabetha, en el que se presentaron sólo cuatro parejas.
  •  Trabajar más los personajes. Con excepción de Mayvel, a los demás bailarines les falta creerse –y transmitir- que son realmente quienes interpretan.
  •  La música de toda la obra es de carácter solemne, severo y después de una hora llega a agotar. Hubiera agradecido un cambio de ritmo en algún punto intermedio para relajar el agobio y retomar con más frescura el interés en la narración.


“Drácula” se estrenó en noviembre pasado en el Festival Anual de las Artes, ya estando la Compañía de Danza Clásica bajo la dirección interina de Juan González y Emmanuel Gutiérrez.



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