martes, 1 de abril de 2014

Muchas formas de ser contemporáneo

Imagen de la colección "El sonido del agua me recuerda",
de Manuel Mendive, en el Macay

El arte contemporáneo es generoso al reconocer la paternidad de obras con más o menos grado de rebeldía respecto a las formas e ideas tradicionales. Y las exposiciones del primer trimestre del año en el Macay (ahora llamado Museo Fernando García Ponce-Macay) fueron una muestra de que por las venas de los hijos de la plástica contemporánea corre todo menos el mismo ADN.

Ahí está para comprobarlo el cubano Manuel Mendive, el invitado principal de este período y cuyas obras ocuparon las salas 9, 10 y 11. Los protagonistas  de su colección “El sonido del agua me recuerda” son figuras oníricas que sugieren cierta naturaleza humana , pero que en los relatos plásticos de Mendive también tienen algo de aves (en algunas se reconocen picos y alas), peces (están suspendidas en posición horizontal, como si estuvieran nadando) y seres aún por existir, rociados con pequeños caracoles. Sin embargo, las escenas de este universo , en el que incluso los marcos forman parte de la narración, tienen un sabor familiar, como si los ambientes marinos y selváticos que induce a imaginar el predominio de verdes, azules y cafés de los cuadros se hubiesen inspirado en paisajes pintados décadas atrás y trasladados a un mundo paralelo.

En contraste, en las “Dimensiones insospechadas” de Alfredo Castañeda, en la sala 1, es fácil reconocer las formas humanas de los personajes, entre los que se repite con insistencia un varón de barba abundante y cabeza calva. Pero las situaciones en que Castañeda lo coloca chocan con nuestra lógica y lo que sabemos que es posible; en “El gran parto”, por ejemplo, la cabeza desnuda-peluda del individuo se asoma por el bajo vientre de un hombre de aspecto similar y con las piernas abiertas en actitud de alumbramiento. 

"El que tenga oídos para oír que vuele",
de Alfredo Castañeda, en el Macay

En las salas 6 y 7 se abrió un espacio para jóvenes creadores, que, con el título “Yucatán, arte emergente. El impulso de la creación”, compartieron sus diferentes aproximaciones a la plástica. De especial interés fueron la obra “Tánatos o La Piedad”, en la que José Luis Bojórquez recrea con personajes de cómics el dolor de una madre por la pérdida de su hijo; las esculturas de Manolo Niembro, monocromáticas y de formas orgánicas, placenteras a la vista, y la colección de Alexander Ovcharov, quien, además de pintar, toca el oboe con la Sinfónica de Yucatán.
"Tánatos o La Piedad", de José Luis Bojórquez

Alexander ha expuesto anteriormente en otros foros, como la galería del Peón Contreras, donde ya había dejado en claro que la suya no es una pintura solemne, pero tampoco un divertimento sin sustancia. Uno de sus cuadros en el Macay fue “Manzana de la discordia”, que representa una discusión de hombres en un mercado que se anticipa violenta y que lleva al espectador a preguntarse por qué, si los personajes visten con ropas modernas, hay uno que lleva lo que aparenta ser una capa de armiño, como si se tratara de un rey de los de antaño, y por qué hay otro con el brazo cubierto con una estructura similar a la de una armadura… En “El paradigma del camino y los Globos Cruciger”, el personaje en primer plano es el presidente ruso Vladimir Putin, quien está representado en forma realista; pero esa literalidad en la recreación de la figura humana se pierde en los hombres que lo acompañan hasta el punto que uno de ellos, del que sólo se alcanza a ver parte del rostro, remite a Homero Simpson.

Obras de Alexander Ovcharov en el Macay
El nuevo ciclo de exposiciones trimestrales en el museo se abrirá este viernes 11 de abril.


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