La vocación con que nació el
ciclo de cine de LA68 fue la de ser un espacio en Mérida para la proyección de
documentales, el género en que se especializa Lorenzo Hagerman, propietario con
su esposa Paula de la Casa de Cultura “Elena Poniatowska”. Con el tiempo se ha
convertido también en una sala que ha acercado a los meridanos a largometrajes
de ficción que en el mejor de los casos tardarían años en llegar a la ciudad.
En LA68 se han exhibido, antes de
que lo hicieran en cines comerciales de Mérida, cintas como “Luz silenciosa”,
que le mereció a Carlos Reygadas el Premio del Jurado en el Festival de Cannes
de 2007; “Heli”, por la que Amat Escalante ganó la Palma de Oro al mejor
director en el mismo festival en 2013, y, este año, “De tal padre tal hijo” y
“La vida de Adele”, la primera Premio del Jurado y la segunda Palma de Oro a la
mejor película, ambas en Cannes 2013, y “La gran belleza”, que en marzo pasado
se llevó el Óscar a la mejor película extranjera.
“La gran
belleza”, del italiano Paolo Sorrentino, es una película larga (poco más de dos
horas de duración) que no sigue la estructura “planteamiento, desarrollo,
clímax, desenlace”, sino que se construye con microhistorias, bosquejos de la
vida de Jep Gambardella, escritor de una sola novela, periodista, parrandero,
mujeriego, cínico y proclive a la sonrisa. Una experiencia comparable a hojear
un álbum de fotos en el que cada imagen tiene una historia particular; al final,
aunque en apariencia inconexas entre sí, todas aportan la información que
necesitamos para comprender al protagonista. Esta forma de narrar hace
imposible anticipar las acciones de Jep y el momento del final, lo que después
de 120 minutos puede producir cierta ansiedad.
Toni Servillo como Jep Gambardella |
De ahí
en fuera todo juega a favor de “La gran belleza”. Toni Servillo mezcla en Jep
calidez, elegancia y humor; crea con maestría a un hombre que camina al borde
del patetismo (a los 65 años sigue acostándose de madrugada porque de noche se
va de fiesta o a recorrer la ciudad, se la pasa bebiendo y es aficionado al sexo)
pero que está dotado de una gran sensibilidad y muchas emociones, que fluyen por
el expresivo rostro del actor. Cuando a Jep le informan de la muerte de su gran
amor de juventud algo le empieza a hacer ruido: se cuestiona el pasado, llora
las pérdidas, busca significados. Pero el guión de Sorrentino y Umberto
Contarello no cae en la trampa de las
películas edulcoloradas y moralistas en las que el protagonista, arrojado a los
placeres mundanos, encuentra el verdadero sentido de su vida cuando casi la
pierde de tan bajo que cae. Jep no va a rechazar las alegrías de la carne; va a
volver al punto de partida, a su pueblo de origen, en busca de esa “gran
belleza” a la que le dio la espalda y pensó encontrar en Roma.
Porque aquí
la capital milenaria es la verdadera protagonista del filme, una metáfora de nuestros
sueños de éxito, nuestras aspiraciones de grandeza personal y profesional a los
que con el tiempo la realidad reduce o aniquila. Por eso el esmero con que Sorrentino nos
muestra a Roma en escenas de gran belleza visual, como aquélla de
tintes surrealistas en la que Jep visita de noche las termas de Caracalla,
resaltadas por la iluminación artificial, y descubre una jirafa, y una en la
que el escritor y su amiga Ramona hacen un paseo nocturno por las habitaciones que
resguardan las obras de arte de los palacios.
Incluso
las escenas de fiesta, con los invitados bailando frenéticamente, dan cuenta de
esta estética, que en ocasiones se acompaña de una emoción intensa, como cuando una condesa venida a menos, que junto con su marido se “renta” como
invitada a eventos sociales, entra fuera de horario a un palacio convertido en
museo y se dirige a la sala que exhibe una cuna… su cuna. Ahí escucha la
explicación que reciben los visitantes regulares: en ese lugar había nacido y
vivido una infancia feliz, a pesar de que su madre había muerto joven; con los
años, por problemas económicos, su padre tuvo que vender el palacio…
Además
de ofrecer opciones de cine no comerciales, LA68 también cobra entradas por
debajo del precio de las salas de cadena: 30 pesos el adulto, 15 pesos los
estudiantes. La programación varía cada semana; en ésta, “La gran belleza” se va a
proyectar nuevamente el sábado 12 a las 5 de la tarde.
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