Es difícil encontrar una definición
para la forma de actuar de Ignacio López Tarso sin caer en lugares comunes o
exageraciones. Tal vez en nadie mejor que en él se puede usar la expresión de
que “da vida al personaje” porque auténticamente eso es lo que hace: lo vuelve
real.
No importa que su papel
sea la de un poeta muerto hace décadas, que su historia se sitúe a finales de
la década de 1960 y principios de 1970 y que recite los versos y parlamentos
escritos por otros. Cuando Ignacio López Tarso habla en "El cartero"
es como si se escuchara a un viejo conocido decir de la manera más ordinaria que está lloviendo.
Esa habilidad con la que al
actor le han premiado el talento y la experiencia es la columna vertebral en
que se sostiene la obra, de la que el lunes 20 se ofrecieron dos funciones en
el Teatro Armando Manzanero. Con don Ignacio comparten créditos Helena Rojo,
Rolf Petersen, como el cartero Mario Jiménez, y Sara Maldonado, como
Beatriz González, la joven cuyos afectos desea ganar Mario con la ayuda de la poesía
y la amistad de Pablo Neruda-López Tarso.
El de Helena Rojo es un caso similar al de López Tarso: sus tablas le permiten bordar un personaje al que se siente verdadero, en el que los diálogos ficticios suenan posibles. Pero la trayectoria de los dos veteranos (López Tarso a sus 88 años se permite incluso improvisar) pone en desventaja a los actores más jóvenes, a los que en comparación con ellos se les nota exagerados, falsos. El estilo telenovelero de Sara Maldonado es como una basura en el ojo: una molestia constante...
Escenografía de "El cartero" que representa la casa de Pablo Neruda en Isla Negra. |
Pero López Tarso, la música de Los Beatles que se
usa como fondo (don Ignacio incluso se mueve al ritmo de una de las canciones), la cálida
escenografía modular que de un lado es la fachada de la casa de Neruda en Isla
Negra y de la otra, el hogar de Beatriz y su mamá (Helena Rojo); los juegos de
luces que evocan ambientes por unos instantes, y la agilidad de la narración hacen
de “El cartero” una obra que merecía tener más que la mitad del público que la vio en la función de 9:30 p.m. Para ser perfecta sólo le faltaría no caer
en la tentación de querer embolsarse a los asistentes con referencias locales (en un
momento el cartero dice que está llegando de Valladolid) y moderar un poco el
acento de clase media baja del centro de México que utiliza Helena Rojo, porque
ambos factores chocan con la pretensión del autor de situarnos en Chile.
Al final, la ovación a Ignacio López Tarso confirmó la satisfacción del público con la oportunidad de ver en escena al primer actor.
Rolf Petersen, Helena Rojo, Ignacio López Tarso y Sara Maldonado, en el agradecimiento final de "El cartero". |