martes, 4 de marzo de 2014

De lo que se perdieron

Lorena Kesseler agradece los aplausos al final de la
gala de la CND en el Teatro Armando Manzanero


Tal vez la función que la Compañía Nacional de Danza ofreció el 21 de febrero en el Teatro Armando Manzanero no haya estado a la altura de la agrupación que representa al ballet del país, pero quienes no asistieron a la velada –se ocupó menos de la mitad de los asientos - se perdieron de conocer a dos de los mayores talentos de la CND: Lorena Kesseler y Jesse Inglis.

A ambos los vi bailar por primera vez en la temporada de “La fierecilla domada” que la Compañía realizó en 2011 en el Palacio de Bellas Artes. Aunque esa noche hubiera agradecido de Lorena un poco más de expresión en el rostro para transmitir las emociones de Bianca, sus líneas y empeines me parecieron hermosos y cautivadores.

Era muy difícil que Jesse pasara inadvertido como Lucencio, el pretendiente de Bianca. No sólo es físicamente muy atractivo, sino que su estampa revela en segundos que tiene aptitudes diferentes, muy superiores, al menos a muchos de quienes compartieron el escenario con él en esa función. Hay una escena en la que sus movimientos se sincronizan con los de otros dos enamorados de Bianca; recuerdo haber pensado que hacerlos bailar junto a Jesse había sido injusto para ellos porque se había evidenciado que estaban por debajo del nivel de aquél.

Desde entonces ambos han sido figuras a las que he esperado encontrar en los programas de la CND. A Lorena la volví a ver unas semanas después en “El Cascanueces” (fue el Hada de Azúcar) y a Jesse, en “La Esmeralda” (en papeles secundarios) y “El Mesías”, en los que tanto ella como él me confirmaron en la idea de que son dos bailarines que se toman muy en serio su trabajo. Ambos forman junto con el peruano José Urrutia, primer bailarín, la tríada de mi devoción en la Compañía.

Y Mérida los vio actuar por primera vez con la coreografía “Mono Lisa”, de Itzik Galili, por la que es imposible sentir rechazo: los movimientos, algunos de ellos sorprendentes, casi circenses, casan a la perfección con el ritmo que marcan los sonidos de fondo (porque no son música en el sentido literal del término). Y la prueba de su impacto estuvo en la respuesta orgánica del público al final del número, cuando aplaudió animadamente y hasta tuvo uno que otro grito de entusiasmo.


Esa noche también marcó una diferencia en el programa la actuación de Érick Rodríguez y Elisa Ramos en la escena del balcón de Romeo y Julieta, en la versión de Carlos Carrillo. Habrá quienes definan la calidad de un bailarín por lo alto que salte o lo rápido que gire, pero Érick y Elisa recordaron que antes que nada es un artista y debe transmitir emociones, y eso fue justamente lo que esta pareja consiguió en una coreografía que, si bien con mucho menos fuegos de artificio que “Mono Lisa” y otros duetos del programa, conmovió por el sentimiento con que fue interpretada. 

Elenco de la gala de la CND en Mérida: Érick Rodríguez,
Mayuko Nihei, Javier Peña, Lorena Kesseler, Argenis
Montalvo, Elisa Ramos, Quetzalcóatl Becerra, Rodrigo
Ortega, Jesse Inglis y Ana Elisa Mena


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