El Ballet Clásico de Rusia al final de la segunda de tres partes del programa, dedicada a "El Cascanueces" |
¿Por dónde empezar? ¿Por la reducción a 45 minutos cada una
de tres obras que originalmente duran no menos de dos horas y una edición que
no procura la lógica narrativa? ¿Por la pobreza de la escenografía: tres telones
(uno para cada acto) de paisajes dieciochescos pintados sin atención a los
detalles? ¿Por las “pelucas” de los varones en el Vals de las Flores de “El
Cascanueces”: tela blanca para cubrir la cabeza y un par de tubos blancos a
cada lado? No, mejor empiezo por el final: un remix versión disco de
composiciones de Tchaikovsky.
Sí, el llamado Ballet Clásico de Rusia remató el programa
que presentó el viernes 11 en el Teatro Armando Manzanero con un “popurrí” de obras
del compositor ruso interpretado con instrumentos electrónicos y ritmo moderno,
que los ejecutantes acompañaron con movimientos que iban de lo clásico a la danza
jazz.
Fue un triste recordatorio de que lo que hay que esperar
de esas agrupaciones que periódicamente hacen giras por México y se cuelgan del
prestigio y abolengo de la escuela rusa de ballet para darle al público
espejitos a cambio de su oro. Y eso que antes de llegar el “gran final” pensé
por un momento que la noche la había salvado la bailarina principal de los
actos dedicados a “El Cascanueces” y “El lago de los
cisnes”, en el que encarnó a Odile. ¿Su nombre? Será por siempre un misterio,
pues en estas “compañías” los bailarines no son lo suficientemente importantes
para que los promotores se interesen en imprimir programas de mano con
información del elenco. Y realmente esta bailarina ameritaba que se tuviera esa
cortesía con ella, pues, a diferencia de sus compañeros, actuó con ánimo, entusiasmo
y arriesgando; fue capaz de transmitir emoción y belleza con sus líneas finas y
energía con sus movimientos rápidos. Su desempeño tuvo un contraste abismal con
el de la bailarina que interpretó a Aurora en “La Bella Durmiente” (obra que
abrió el programa) y a Odette en el acto final, pues además de que ésta no
parecía adentrada en sus personajes, se le notó insegura y lenta en algunos
giros.
Esta semana el Ballet del Teatro Mariinsky comenzará una
temporada de presentaciones en la ciudad de México. Fantaseo con un experimento
de ciencia loca en que cualquiera de los “artistas” de esas agrupaciones de
medio pelo que recorren el país alternen en el escenario con alguna pareja solista,
la menos aventajada si quieren, de una compañía con el currículum y la mística de trabajo del
Mariinsky. Tal vez así nos demos cuenta de una buena vez por todas de la grandísima
tomadura de pelo que voluntariamente accedemos a que ocurra en nuestra ciudad.
Los boletos para la función del Ballet Clásico de Rusia costaron 350, 450 y 550 pesos.
La pareja principal de "El Cascanueces" al final del acto |
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