La muestra "Otras miradas" en el Museo Casa de Montejo |
Las imágenes de las “Otras miradas. Fotógrafas en México 1872-1960” que exhibe el Museo Casa de Montejo satisfacen afanes tanto intelectuales como emocionales.
Para quienes desean conocer el aspecto de la gente y los
objetos en otras épocas están las fotografías de Alice Le Plongeon y su esposo
August, que en el “Álbum Yucatán Ilustrado” dejaron testimonios de la apariencia
y el entorno de los yucatecos de principios del siglo XX (en una imagen, por
ejemplo, se observa que las mujeres vestían cotidianamente el hipil con fustán
y que las mangas de la prenda eran más anchas y tenían menos bordados que las
actuales), y las de Caecilie Seler, quien en “El más antiguo crucifijo de Yucatán” da fe de la existencia de ese vestigio de piedra en Maní.
Hay retratos que, además de mostrar fisonomías y modas, reflejan ideas sociales, como ocurre con el niño ataviado con corona y capa de armiño
que fotografió la viuda de López Toral por ahí de 1915, y el varón adulto de
traje, botas y sombrero, macho estereotipado, que las hermanas Torres
hicieron posar junto a un adorno de conchas y con una ventana renacentista como
fondo. De la “Mesa directiva fundadora de la Sociedad Astronómica
de México”, de Natalia Baquedano y fechada en 1900, llama la atención la
presencia de una mujer junto a cuatro hombres.
Pero la exposición, que se inauguró el 22 de agosto y permanecerá
abierta al público hasta noviembre, no es sólo un anecdotario de tiempos
pasados. Hay fotos de denuncia, como las de Mariana Yampolsky, de
quien se presentan imágenes de pobladores indígenas, y la infaltable Tina
Modotti, quien no pasa por alto la composición estética en su discurso social, como
en la fotografía en la que reúne una hoz, una mazorca y una canana.
Hay también miradas conceptuales, más orientadas al placer
estético, como las de Irmgard Groth Kimball, de quien se exhiben dos imágenes
de su serie “Flores” en las que éstas son las protagonistas absolutas; Josefina
Niggli, con dos fotos centradas en el contraste de luz y sombra (de hecho, se
llaman “Light and Shadow”); Miriam Dilham, quien en “Espinas” (1932) pone a éstas a
revolotear arriba de una silueta humana; Katy Horna y sus “Ojos” (1955), una
evocación al universo de los surrealistas, y Lola Álvarez Bravo, quien titula “Homenaje
a Salvador Toscano” (1949) el retrato de una garza muerta en la arena que
muestra las huellas del paso de las olas.
Por si esto no fuera suficiente para despertar el interés, la exposición incluye un par de fotografías de Frida Kahlo, ambas de 1929: “Herramientas
de carpintería”, una “naturaleza muerta” de estos objetos dibujada con luz, y “Juguetes
populares”, en la que se ve una carreta con caballito y una muñeca de trapo
acostada junto a él… ¿tal vez una representación de su accidente hecha pasar por
una escena infantil desprovista de intención?
La entrada a la exposición es gratuita.
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