Héctor Hernández y Alma Rosa Cota agradecen, con el elenco de "La fille mal gardée", los aplausos del público. |
El Ballet Clásico de Yucatán
se fundó hace dos años después de que sus creadores, Alma Rosa Cota y Héctor
Hernández, intentaran primero agrupar a talentos locales mediante alianzas con
otros maestros.
El Ballet Clásico ha
presentado hasta ahora “El lago de los cisnes” en una versión muy similar a la adaptación
que hace la Compañía Nacional de Danza para el lago de
Chapultepec (de una hora de duración y con voz en off de un narrador), “El
Cascanueces” (también similar a la de la CND), un programa combinado que
incluyó el estreno en Mérida de “Dionaea”, coreografía de Gustavo Herrera atractiva, bien ensayada, con Montserrat Castellanos como solista, y “La
fille mal gardée”, un ballet de tintes cómicos que llevó a escena por
primera vez el domingo 26 de mayo, en dos funciones en el Teatro Armando
Manzanero.
En las entrevistas que han ofrecido, Alma y Héctor han explicado que el propósito de su proyecto es servir de medio para que los estudiantes de danza graduados de escuelas de Yucatán tengan la oportunidad de experimentar las exigencias del trabajo escénico, la vida del bailarín profesional. De entrada hay que esperar que los integrantes de esta agrupación tengan múltiples estilos y niveles técnicos (tantos como escuelas de danza hay en Mérida), la mayoría de ellos claramente apto para festivales académicos pero muy lejos de encontrarse a la altura de un gran escenario.
Si este aspecto no se pierde
en ningún momento de vista, la producción de “La fille mal gardée”
del Ballet Clásico de Yucatán resulta agradable de ver por la comicidad de su historia, la agilidad con que transcurren los hechos (comprimidos
a una hora de representación, con breves pausas musicales con el telón abajo a
manera de intermedios) y el encanto de su partitura.
Para interpretar el papel
de Mamá Simone tanto en la función de 10 a.m. como la de 12 i.m. se invitó a actuar al bailarín profesional Jorge Zúñiga, actualmente residente en Quintana
Roo. Son evidentes las tablas y aptitudes de Jorge para encarnar a la viuda sobreprotectora
que intenta casar a su hija Lisette (Elena Vales en la primera presentación, Ailett
Perches en la segunda) con un tontín adinerado (Guillermo Burgos), a pesar de
que la joven quiere andar con Colin (Matthew Denegrevaugh; figura estilizada, algunos problemas de
equilibrio).
Mamá Simone (Jorge Zúñiga) baila con las amigas de su hija Lisette. |
Jorge
es hilarante en sus expresiones exageradas, que evidencian su dominio del
personaje. Especialmente simpática es la escena en que toca la pandereta
mientras su hija baila: al mover el instrumento todo él se convulsiona,
incluyendo su “busto”, al que mira con una mezcla de terror y vergüenza por
cómo se agita. Lo único que se le puede reprochar es su caracterización física,
porque su vestuario y maquillaje, lejos de mostrarlo como una mujer grotesca y
hombruna como se acostumbra (una doña Tremebunda al estilo de Condorito), lo hacen ver bastante femenino, y que en la escena del baile con los zuecos sus zapatos no
sonaran como la madera.
Jorge es la columna vertebral
de la producción, a la que no le fue mal en audiencia, pues en la función del
mediodía logró llenar unos tres cuartos de asientos de la sala principal del
teatro. El acceso fue con boletos que costaron $60.
Colin (Matthew Denegrevaught) y Lisette (Ailett Perches). |