“El Corsario” del Ballet de la Ciudad de Mérida no pasaría
por la producción de una gran compañía, ni siquiera por la de una agrupación
profesional, pero hay algo en él que hace que el ánimo se mantenga interesado e,
incluso, por momentos entusiasmado.
Ese algo es la confianza con que se desempeñaron sus
bailarines, que transmitieron más seguridad y comodidad con sus personajes que
en anteriores presentaciones de la agrupación, y, sobre todo, la intervención de Aniuska Camacho Torres como
Gulnara y Moisés Martín como Lankedem. Aniuska evidencia sus raíces en la
Escuela Cubana de Ballet con sus veloces jetés, sus equilibradas pirouettes y la
fineza de sus movimientos y líneas. Y Moisés destaca por el control de sus saltos
y giros, especialmente sus coupé jetés en tournant.
Los papeles principales, de Conrad y Medora, los asumieron
Yojan Herrera y Érika Argüelles, también directora del Ballet de la Ciudad
Mérida, quien en entrevistas previas destacó el hecho de que se presentaría la
obra completa (versión propia a partir de la del American Ballet Theatre) y no
una suite, como es lo más acostumbrado en Mérida. Y sí, se respetó la
estructura de los tres actos, aunque no la narrativa, pues, por ejemplo, se
eliminó el personaje de Alí, algo bastante extraño considerando que el pas de
deux más famoso de “El Corsario” es ejecutado por el esclavo y Medora. En la
versión de la agrupación yucateca, en este dueto Alí es reemplazado por Conrad,
un Yojan que entusiasma con sus saltos y cassioles.
Vestuario y escenografía aún son áreas de oportunidad en las producciones de la agrupación.
La función de este sábado 5 a las 8 p.m. fue la única
programada. Los boletos se vendieron en 100 y 80 pesos.