Letrero que advierte de la prohibición de bailar swing por la Cámara de Cultura del Reich, en el Museo de la Memoria y la Tolerancia de la ciudad de México |
El Holocausto podría parecer un hecho histórico lejano en
geografía y tiempo para los mexicanos. Por eso uno de los principales méritos
del Museo de la Tolerancia y la Memoria en el Distrito Federal es su capacidad de recordarnos cuán actual y
próximo es el germen de la discriminación y el genocidio a cualquier sociedad
del mundo.
En los tres pisos del museo, en el centro histórico de la
ciudad de México, la mayor parte del espacio se destina a repasar los
antecedentes y actos del genocidio judío a mano de los nazis: hay objetos de la
época donados por benefactores del MYT, audios y vídeos que dan cuenta de las
medidas tomadas contra la comunidad judía, testimonios (varios de ellos en
español) de sobrevivientes de los guetos y campos de concentración, maquetas de
los sitios de exterminio, un vagón de tren original en que se transportó a los indeseados
y espacios consagrados a los protagonistas y las conclusiones de la Conferencia
de Wansee, en la que se decidió la “solución final”, y al Juicio de Núremberg.
Vagón de tren en que se transportó gente a los campos de concentración |
Cédulas sobre los participantes en la Conferencia de Wansee |
Al finalizar el recorrido por el área relacionada con el
Holocausto (y que concluye con una instalación artística que evoca las
chimeneas de los hornos en que se disponían los cuerpos), comienza uno por genocidios
posteriores: la antigua Yugoslavia, Ruanda, Guatemala, Sudán, Camboya. Como punto
final de la visita se atraviesa una sala que cumple sus objetivos didácticos
con carteles y fotografías que exhortan a respetar diferentes modos de ser y
pensar.
El MYT también tiene sala de exposiciones temporales, que
hasta febrero acoge la colección “Peregrino”, de fotografías captadas por Richard
Gere (sí, el actor) en China, India y Tíbet. El valor de las imágenes se antoja
anécdotico: por haber sido tomadas por una celebridad internacional y por el
acceso a entornos budistas que otro con menos fama tal vez no hubiera tenido.
Pero eso no significa que no haya imágenes que cautiven por su espontaneidad y ternura,
como la de un monje sobre el que cae un rayo de sol.
Fotografía de la muestra "Peregrino" de Richard Gere en el Museo de la Memoria y la Tolerancia |
Aspecto de la exposición "Peregrino" de Richard Gere en el Museo de la Memoria y la Tolerancia |
Es muy difícil hablar de tragedias sin ser condescendiente
con las víctimas, sin reconocer más que defectos en los perpetradores y sin
describir los hechos en lugar de jugar con las emociones; sin embargo, el Museo
de la Memoria y la Tolerancia lo consigue: su museografía desde luego tiene la
misión de agitar conciencias y mover a la acción, pero lo hace llevando un mensaje
al cerebro en lugar del estómago. Abundan las cédulas con información profusa y
documentada y no se tiene reparo en señalar la indecisión de aliados como Gran
Bretaña y Estados Unidos para dar pronto fin al genocidio ni en destacar la
colaboración con la causa de personas de otros credos religiosos, entre ellos Edith
Stein, judía que se convirtió al catolicismo, profesó votos con las carmelitas
y fue canonizada en 1998.
La entrada cuesta 69 pesos, pero el acceso a la sala de
exposiciones temporales es gratuito.