Azam Ali, voy de Niyaz (foto de Jean Pierre Hakimian tomada del sitio web de Niyaz) |
Decir que la música es un lenguaje universal capaz de
unirnos por encima de nuestras diferencias no sólo es cursi… también es muy
cierto.
Y eso se pudo comprobar en la presentación de Niyaz en Mérida,
el 23 de octubre en el teatro “Felipe Carrillo Puerto” de la Uady, durante el
Festival Internacional de la Cultura Maya.
Niyaz es una agrupación que integran los iraníes Azam Alí
(vocalista) y Loga Ramin Torkian, y el afgano Salar Nader que, aunque ahora
residentes en Norteamérica, hacen la música con la que crecieron y se identifican.
Las piezas que interpretaron esa noche en el abarrotado teatro universitario
tienen el inconfundible sabor del Oriente Medio, favorecido por el uso de
instrumentos de cuerda (lafta, kamaan) y percusión que de inmediato sitúan en
esa región del mundo. Algunas pertenecen a la tradición afgana, kurda, turca e
iraní y otras son originales de Azam y su esposo Loga.
Pero no sólo los instrumentos son propios del Oriente Medio,
también lo es el idioma en que se canta. Así que esa noche para la gran mayoría
de los espectadores (si no es que para todos) la única opción para relacionarse
con la música de Niyaz fue dejarse guiar por la voz cálida y singular de Azam y
el ritmo de los sonidos de las cuerdas y percusiones, además de un teclado
(tocado por el venezolano Brian D’Oliveira). Y es aquí donde se comprobó
aquella afirmación cursi pero verdadera, porque, sin necesidad de comprender
las palabras, variedad de sentimientos –desde nostálgicos hasta festivos- afloraron
con los cambios de entonación y ritmo. Incluso, el público acompañó con las
palmas uno de los temas, que al final premió con entusiastas aplausos.
En el cierre, Salar Nader dio un giro a su talento con las
percusiones al recurrir a la voz para imitar el sonido de los instrumentos que
de costumbre toca; la secuencia de notas repetitivas la acompañó con un movimiento
de la mano en el que pasaba de colocarla de lado hacia arriba y de nuevo a un
lado, como si acariciara un objeto redondo.
No fue de extrañar que los asistentes aplaudieran ruidosamente
a Niyaz cuando llegó el momento de despedirse.
La entrada a la función fue gratuita.